Era una mañana de domingo, Marzo de 1965, habíamos ido a la feria de calle Gálvez, mientras mi abuela y mi tía se quedaban en casa preparando el almuerzo. De vuelta, fuimos con mi mamá a comprar a la panadería de Don Francisco y luego pasaríamos a la carnicería de Don Raúl, estábamos atravesando la calle Lord Cochranne para hacer nuestras últimas compras, cuando comenzó a moverse fuertemente el suelo, miraba asombrada a la gente, que corría muy asustada de un lado para otro en medio de las calles y muchas otras salían de sus casas.
El movimiento fue haciéndose más intenso, mi madre me tomó en sus brazos, mientras yo miraba con mucho temor, como los hermosos y firmes faroles se estremecían, los muros de ladrillos y adobe de las casas, parecían doblarse, uniéndose unos con otros, mientras el polvo y la tierra, envolvían las calles sacudidas por el terremoto.
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