Mientras jugábamos al luche con mi amiga Tere, observaba que el sol estaba sobre nuestras cabezas, no había ni una sombra que nos refrescara. Los trazos de tiza blanca dibujados sobre el suelo de la vereda, brillaban con gran fuerza molestando a nuestros pequeños ojos, ella ganaba el juego, mi tejo estaba fabricado con una pequeña caja de pasta de zapato rellena con tierra, caía en la forma requerida, pero la Tere, era muy diestra en este juego como en muchos otros, había alcanzado todos los casilleros y ya estaba de vuelta, su tejo consistía, en una gruesa y ancha placa fabricada con cáscara de plátano, que caía de lleno sobre el centro del casillero, sin dar ni un solo rebote.
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