jueves, 16 de junio de 2011

Los Antiguos Cementerios de Santiago

Cerraron sus ojos, que aún tenía abiertos;
taparon su cara con un blanco lienzo;
y unos sollozando, otros en silencio,
de la triste alcoba todos se salieron.
La luz que en un vaso ardía en el suelo,
al muro arrojaba la sombra del lecho;
y entre aquella sombra, veíase a intervalos
dibujarse rígida la sombra del cuerpo.
Despertaba el día y a su albor primero,
con sus mil ruidos despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste de vida y misterios,
de luz y tinieblas, medité un momento:
Dios mío, qué solos se quedan los muertos!
¿Vuelve el polvo, al polvo? ¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es vil materia, podredumbre y cieno?
¡No sé: pero hay algo que explicar no puedo,
que a la  par nos infunde repugnancia y duelo,
al dejar tan tristes, tan solos, los muertos!...
 Fragmento de la Rima.
Cada vez que leía las  estrofas de la Rima 73 de Becquer, recordaba a todas esas personas que visité en los cementerios, que acompañamos en sus funerales, que vi morir o las vi ya muertas sobre sus camas, en sus habitaciones pequeñas y de muros altos, o dentro de sus féretros. A mi corta edad, me las arreglaba para estar junto a los familiares  minutos antes, durante o minutos después del deceso, aun, bajo prohibición de mi madre de inmiscuirme. Debo reconocer, que me producía mucha pena la familia, pero una enorme tristeza observar esos muertos, tan conocidos y cercanos, y sobre todo, un profundo misterio. Me resistía a  aceptar que estuvieran ahí, de esa forma, rígidos y helados, sus párpados entre abiertos, la piel de un tono pálido hierático, sus labios amoratados o lívidos como su piel, y sus ojos, cuando se les podía ver, estaban ausentes de todo brillo, su luz se había ido con su última espiración. Demasiados vecinos  fueron los que murieron antes del éxodo de mi barrio, muchos los que después, de algunos fallecidos hemos logrado avisarnos  para asistir a sus funerales, y es ahí, que entonces, el reencuentro con mis vecinos amigos vivos, se hace entrañable.   Todavía quedamos bastantes de los que ahí nacimos o vivimos, no se cuanto demorará el paso inexorable del tiempo, en llevarnos uno por uno, para borrar nuestro barrio y nuestros recuerdos.
El funeral de mi Abuelo










El Cementerio Metropolitano


El Cementerio General de Santiago
















El Cementerio Católico
























Diferencias de Cortejos




 Cortejo a partir de los años 67.


Los típicos vendedores de flores al paso de los recorridos hacia los cementerios.




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